sábado, 25 de enero de 2014

2. Primeras peleas

El segundo día llegué con tiempo de sobra, así pude dar un paseo por la ciudad, que apenas había visto. Y, antes de cruzar la carretera, comprobé que no había ningún capullo en moto que pudiera arrollarme. Suspiré aliviada y entré en el instituto sin percances. Estaba tan feliz subiendo para el tercer piso, hasta que me di cuenta de que no sabía lo que me tocaba. Abrí la mochila y empecé a rebuscar el horario que me había dado el delegado el día anterior. Nada. Me lo había dejado en casa. Tuve que volver a ver al delegado y pedirle otro. Dirigí mis pasos entonces al aula de música, puesto que ésa era la asignatura que tocaba.
Llegué tarde y sin aliento, y justo cuando iba a entrar por la puerta, alguien la abrió para salir, casi tirándome al suelo. Me eché hacia atrás para que saliera el otro, que resultó ser el idiota del pelo rojo y los aires de mal genio.
Se giró con indiferencia, hasta descubrir mi mirada de asco mezclado con susto al encontrarlo allí, tan cerca, y pasó a sonreír de lado.

-¿Qué pasa, nueva? ¿Aún no te han atropellado? –bromeó. Levanté una ceja. 
-No, por suerte tú estabas a buen recaudo en clase. La ciudad es libre. –comenté irónica, cruzándome de brazos. El pelirrojo se rio levemente. 
-Deberías mirar por donde andas, nueva. –murmuró antes de marcharse por el pasillo.
-¡Deja de llamarme “nueva”! ¡Tengo nombre! –le espeté. Levantó la mano sin darse la vuelta, en gesto de despedida.
-Pues igual, pero no me interesa. –le oí decir antes de perderlo de vista.

Me quedé plantada en el sitio, echando espuma por la boca. “¡¿Quién coño se ha creído que es?!”, pensé, entrando en la clase a zancadas. No miré ni hice caso a nadie y me senté pegada a la pared, lo más lejos y sola posible. La profesora de música se presentó y empezó a hablarnos de lo que iba a ir la asignatura. Rodé los ojos. ¿De qué va a ir? Pues de música. Iba a ponerme disimuladamente los cascos para “participar” mejor en la clase, cuando alguien más entró al aula. Era una chica morena y de grandes ojos verdes. Llegó sin aliento y se inclinó un par de veces a modo de disculpa, parecía agobiada. Después corrió a sentarse en el primer hueco libre que vio. Bingo, a mi lado. No me apetecía estar cerca de nadie, pero no iba a echarla, por lo que me limité a ignorarla. 

-Hola, soy Sossana. –se presentó, ofreciéndome la mano, sin que nadie se lo pidiera. La miré sin saber cómo reaccionar, pero cuando la observé mejor, reconocí que era la chica de la guitarra del día anterior. –Nos vimos ayer. –me recordó ella. No tenía motivos para ser borde; era la persona más normal que me había encontrado, así pues, me tragué mis palas pulgas y sonreí. 
-Lo recuerdo. Yo Ophelia. –estreché su mano. 
-La nueva, ¿verdad? –me preguntó la morena, aunque ya lo sabía. Asentí. -¿Llegaste bien ayer? –inquirió, parecía que incluso le importaba de verdad. 
–Desgraciadamente. –suspiré. –Justo a tiempo de tragarme el discurso de la directora. –rodé los ojos con aburrimiento. 

La chica se rio. Empecé a preguntarme cómo demonios era posible que no me hubiese dicho nada del raro color de mis ojos ni se sintese intimidada o incómoda por mi presencia. Me costaba adapatarme a algo tan distinto a Elvenpath y sus prejuicios. 

-Sí, se pone muy pesada… -confirmó. Recordé a la rubia del día anterior, y mi curiosidad me llevó a preguntar por ella. 
-Por cierto, ayer una rubia que iba con dos pijas más me amenazó. –arqueé una ceja, recordando la extraña situación. -¿Es normal? –Sossana bufó.
-Es así con todos. Se llama Allison, no te recomiendo que te juntes con ella. 
-No, no pensaba. –reí levemente. –Me amenazó por hablar con el tío del pelo rojo, no sé si sabes quién… 
-¿Declan? Claro, el matón, el típico. –respondió de inmediato. Justo lo que había imaginado. 
-Es un poco imbécil y tal, ¿no? 
-Muy imbécil, diría yo. –gruñó mi compañera. Sonreí de lado al ver que mis primeras impresiones habían sido acertadas. 
-¿Y está saliendo con la Barbie? Anda que les van a salir unos hijos completicos… -murmuré, pensativa. 
-¡Que van a estar saliendo! –estalló en carcajadas la morena. –A Allison le gusta, pero él pasa. –se encogió de hombros. La observé unos instantes. 
-Sí que estás puesta en los cotilleos del instituto, Sossana… -murmuré, más para mí que para ella. La aludida se sonrojó. 
-¡No! Bueno, es que no son cotilleos, es el día a día. –rodó los ojos. –Ya verás cómo te acostumbras. –sonrió, una sonrisa encantadora; ¿dónde demonios estaba el truco? –Llegar a un instituto nuevo tiene que ser difícil… -comenzó entonces, mirándome de soslayo y bajando la voz para que la profesora dejara de mirarnos mal.
-No, bueno, sí, pero cuando llevas tantos como yo… Ya me da igual. –resoplé, encogiéndome de hombros. 

Me arrepentí enseguida de haber dado tanta información, eso llevaba a preguntas y más preguntas, y no me apetecía que se supiera mi verdad, ni ahora ni nunca, aunque si algo había aprendido era que la verdad sale a la luz por sí sola. Cork Collage me acabaría conociendo, por desgracia, aunque no sabía cómo iban a ir las cosas ahora que estaba sin Ethan. Quizá todo fuera distinto… 

Sonó la alarma que indicaba el final de las clases, y empecé a bajar las escaleras con Sossana, cuando oímos un par de voces masculinas discutiendo. Arrugué el ceño y bajé las escaleras de dos en dos, adelantando a la de los ojos verdes, que se quedó extrañada. Al bajar encontré a ese imbécil de Declan empujando a Finbar contra las taquillas, cogiéndolo del cuello de la camisa y a punto de darle un puñetazo. 

-Gilipollas, te voy a… -estaba amenazando el capullo con pintas rockeras. Corrí hasta ponerme en medio, protegiendo al rubio. Intercepté el puñetazo de Declan y lo empujé hacia atrás, usando su fuerza contra él. -¿Le vas a qué, matón de tres al cuarto? –le espeté, ambos chicos estaban alucinando. 
-Ophelia, ¿qué…? –empezó el rubio, el gilipollas del pelo rojo lo interrumpió. 
-Tú no te metas, nueva. –gruñó, sin quitarle el ojo de encima a Finbar. Estaba muy cabreado, pero no me dejé intimidar. Llevaba lidiando con matones de mierda toda la vida, y para mala leche la mía. Volví a empujarlo para alejarlo más del delegado. Me sacaba media cabeza, pero poco me importó.
-Me meto donde me da la gana. –escupí las palabras mirándolo de arriba a abajo. 

Vaqueros rotos, una cadena a un lado de la cintura, una camiseta de "System of a Down" y una camisa a cuadros rojos y negros encima. Sí, quizá sus pintas fueran las propias del típico capullo que me caería bien; pero en todo hay excepciones. En Elvenpath sólo Ethan y yo vestíamos diferentes, con colores oscuros y demás: el resto de jóvenes llevaban la misma ropa de marca y seguían la misma moda. Aquello era diferente, allí en Cork había variedad, por eso mismo no me podía dejar llevar por las apariencias.

Compartimos un momento de tensión, los dos chicos y yo. Mi iris violeta no se separó del castaño oscuro del rockero: parecía una competición por ver quién despreciaba más al otro. 

-Finbar, lárgate. -siseé sin apartar mi pupila de la del otro chico. El rubio vaciló, pero al final lo sentí moverse a mi espalda para desaparecer de la escena.
-Te arrepentirás de esto, jodida friki. -me gruñó entre dientes mi contrincante.
-No sabes con quién coño hablas. -forcé una fina sonrisa maliciosa. 
-¡Dec, la directora! -escuché una voz tras el pelirrojo.

Sólo entonces rompimos el contacto visual. Él se giró para ver quién le había avisado. No acerté a verle la cara, porque aproveché el momento para salir de allí a paso rápido.

Por el camino hacia mi piso, volví a tener la sensación de ser vigilada. En un momento de paranoia comencé a pensar que aquel matón descerebrado podría formar parte de Macabria. La idea me asustó tanto que aceleré el paso hasta que me dolieron los pies. Pero era absurdo. En Macabria no eran tan jóvenes; sólo Ethan y yo lo éramos. Lo fuimos.

Me metí en la cama en cuanto entré al piso; estaba temblando. La paranoia se apoderaba de mí, veía enemigos por todas partes. Necesité unas horas de lectura y unos cuantos tés para volver a ser yo. Para ser la Ophelia valiente y desafiante, para ser la vengadora. "No puedo. No puedo ser fuerte, no sin él", fue lo último que pensé antes de hacerme un ovillo y tratar de conciliar el sueño; para sólo acabar llorando.

3 comentarios:

  1. Genial. Me encanto que hubiera accion en este cap.

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    1. Y eso no es naaada con lo que viene luego ;) Paciencia, que los primeros son un poco flojos.

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  2. Veo que Ethan tiene un importante papel a pesar de no salir a escena. Tengo una teoría, que Ehtan está muerto... No digas nada, lo descubriré cuando sea el momento.
    Eso por una parte, por otra ¡¿ Macbria es un lugar?! Estaba casi convencida de que era un farol. Aunque noto un sutil juego de palabras junto a macabro, cosa que me da una pista de como puede ser Macabria (sin saber si es una hermandad, un lugar, etc.).

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